Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

10.29.2007

A pppppprrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr TRRRRRRRRR

Tengo un gato.

Hoy decidí que quién no tiene miembro masculino no puede ser macho. No importa la insistencia del veterinario y el hecho de que insista en llamarlo "Yukio" por Mishima.

Eso sí, es un puto, le encanta que le besuquee las tetillas.

Me enamoré... y es correspondido.

La felicidad puede ser una mordidita en la nariz, una áspera lenguita en los labios, un maullidito mal artificiado, una cabecita escondidita en el doblez de tu brazo y quedarse dormida mientras oís un ronroneo interminable y dos perlas verdes te miran fijamente.

10.24.2007

Eres, lo que más quiero en este mundo eso eres.

Hoy, hace exactamente 12 años, un 24 de Octubre de 1995, nació Ana Stephany Wirth.

En mi vida he tomado Ketamina en sobredosis y tenido K holes y sentirme completamente disociada, flotando sobre mi cuerpo. En mi vida he tomado MDMA puro y sentirme en éxtasis... en mi vida he sentido placer extremo pero nunca, jamás, he sentido eso que sentí cuando naciste.

Me lo dijeron aquella mañana: nació tu prima. Recuerdo esas palabras literales y quedarme, precisamente, sin palabras, y llegar al colegio y subir esas escaleras como si entrara a un palacio y se abrieran las puertas y allí hubiera una cuna con gasa cristal recubriendo tus ojos angelicalmente azules, tu cabello rubio, tu aroma a recién nacida. Eras mi princesa.

Me corrijo.

Sos mi princesa.

Porque cuando te veo, desde tu inocencia y tus juegos hasta el modo por el cuál crecés y descubrís mágicamente aquel mundo real, todo lo complejo que implica y todas esas formas por las cuales simplificás, esa honestidad brutal, esa magia cuando aún jugas, esa eufória por las cosas, esos modos sobrecarburados por los que contás lo que te pasa, esa confianza y ese amor que sabés dar, esa aura que tenés a realeza, esa belleza intrínseca que va mucho pero mucho más allá de tu gloriosa majestuosidad... precisamente por eso, porque sos lo más bonito que ví en mi vida y no me refiero tan solo a tu imagen... me refiero a lo que irradías, me refiero a toda la ternura y la calidez, me refiero al apasionamiento por verte crecer día a día, por ver tus cambios y tus complicaciones y a la vez tus alegrías y tus pasiones, por querer que vivas intensamente todos y cada uno de los momentos, porque sos, fuiste y serás la luz de mis ojos, uno de los motivos más grandes que tengo para vivir, poder verte y experimentar como de a poco te convertís en mujer, poder saborear el modo por el cual saboreás tu vida...

Ver el brillo de tus ojos.

Y es tan solo querer vivir para estar ahí, para estar en tu vida y saber que siempre tendrás cada milímetro del amor que hay en mi para vos, porque todas y cada una de estas palabras son una nimiedad para expresar que siempre quiero estar en tu vida porque nada jamás me haría tan feliz como ver tu rostro de alegría cuando descubrís en las pequeñas cosas tanta pasión.

Porque eres... lo que más quiero en este mundo eso eres.

10.20.2007

La insuficiencia de las construcciones culturales del vocabulario + Marina geburstag

La verdadera amistad tiene un momento de silencio muy ruidoso. Es exactamente cuando hay que usar la palabra te quiero. Soy una obse de la meticulosidad de lo expresado y no me refiero a sintaxis ni semántica sino algo más profundo, una cuestión de responsabilidad con la carga del discurso y su repercusión.

Lo curioso es que querer, en alemán, es un verbo modal, y no existe nada más preciso que eso. Los verbos modales como möchte (querer), wollen (desear), dürfen (tener permiso), sollen (tener que por obligación externa), müssen (deber, por obligación autoimpuesta), können (poder) son un mundo aparte, inclusive gramaticalmente hablando. Por empezar, son verbos que exigen obligatoriamente otro verbo. Se construyen de distinta forma, el “modalverben steht auf position zwei, subject steht auf position eins und verb im infinitiv am ende”. Es decir, no conjugamos el verbo que implica el verbo modal sino que conjugamos el modal en relación al sujeto.

Todo esto no tiene demasiado que ver excepto por el dato curioso, querer como muestra de afecto no existe. Se dice Ich liebe dich, que viene de liebe que es amor. Claro que no se traduce “yo amor tu” sino que liebe podría ser una primera persona de lieben, aunque desconozco si existirá como verbo.

No tengo mayor conocimiento respecto de los casos en otros idiomas pero me resulta curioso que no haya un distintivo en los “niveles de afecto”. A su vez me siento bastante perturbada porque yo misma, en nuestro idioma, siento que “querer” es un verbo posesivo, que implica una acción secundaria ¿qué es lo que quiero? El objeto de mi afecto “quiere ser poseído por mí”, lo anhelo como parte mía, es decir, parte de mi vida.

Me resulta complejamente fuerte.

Hasta cierto punto prefiero el verbo amar, porque implica un estadio del afecto mucho más sano: siento amor por esta persona, cariño, me importa que esté viva, quiero que esté bien, le deseo que sea feliz. Es claro, pero a su vez multidimensional. El problema que tenemos en Argentina (presumo que en todo país hispanohablante) es que al término “amar” se lo toma como algo grandilocuente, como una cosa tajantemente determinante, una promesa, un lazo sagrado… tampoco creo que sea tan correcto tomarlo desde esa perspectiva. Amar implica algo más importante, irradia esa postura de fidelidad de sentimiento pero a su vez se aplica, con mesura, a la libertad. Amar no exige ser amado, ni siquiera correspondido, aunque es más sencillo amar a quién nos ama. Querer implica algo más superficial, probablemente más ligado a las exigencias a las que nos lleva ese deseo de querer “algo”. Tal y como el alemán lo exige en su gramática, se quiere una cosa, poseer una cosa. “Ich möchte dir haben” sería apropiado, más no “Ich möchte dir”. Un alemán te miraría consternado y te preguntaría: Was möchte du mir?

A veces siento algo parecido.

Los silencios hacen ruido.

El silencio de no poder decirle te quiero a mi mejor amiga en su día de cumpleaños… el ruido que haría decirle que la amo… el silencio de decirle te aprecio… el ruido de decirle que la necesito… el silencio de no decirle nada, porque ya sabe todo, porque a veces las palabras son, oficialmente, un recurso torpe y sesgado, una construcción cultural que no nos permite habitar las emociones que residen dentro nuestro.

… aber sie wissest Ich könne nicht ohne sich meine leben denken.

10.15.2007

Insolencias de ayer, hoy y de siempre...

Natalia: Tengo una semana movida, el martes probablemente salga y vuelva el miércoles, a su vez el miércoles a la noche voy a lo de Marina, me despierto el jueves y voy a llevarle comida a Fabián, luego a la psicóloga, luego al local y más tarde a la facultad, llego, duermo, al otro día voy a trabajar, al otro día a Alemán y luego vuelvo a irme para volver al otro día.

Mabel: El miércoles a la mañana me pidió la abuela que vayas a la fisioterapeuta.

Natalia: Disculpá, ¿me preguntaron si puedo ir a la fisioterapeuta o estoy ocupada?

Mabel: Pero ya me avisó la abuela.

Natalia: Eh, o sea, a mi no me avisó nadie y el hecho me incumbe a mí. No puedo ir.

Ese macabro arte de manejar y manipular la vida mía como si fuera una fucking muñequita de plástico.

Fuck yourself.

Fundamentos de la producción de conversaciones

La afirmación es un habitué, un cliché en las conversaciones argentas.

Los observadores habituales de cafés y conversaciones solemos reparar en la disimilitud que existe entre los interlocutores. Se puede lograr un hastiado conocimiento de la persona respecto de su modo de responder. Voy a hacer hincapié en un par de ítems al respecto.

La (des)gracia(s) de ser hijo único

Nos atormenta el legado de haber jugado con “nuestra imaginación” toda la infancia, de hablarle a los peluches, de conversar con nuestros propios pensamientos hasta darnos cuenta que lo único interesante que tenemos es hipercarburar hasta que nuestros neurotransmisores empiecen a quedarse sin aire al grito de: deja de pensar, ¡forra!

Nos convertimos en nuestro propio mito de narciso, evaluamos una y otra vez nuestra postura sobre ¿la batata es una fruta? ¿el formato digital reemplazará el soporte papel? ¿es el dadaísmo un modo de oposición a la hegemonía o la muestra más grande de neurótica búsqueda de volver al útero materno? ¿se pueden romper los tejidos anales en una doble penetración? ¿por qué nadie cometió un atentado contra Bush? ¿cuál es la relación anorexia-serotonina-hambre? ¿por qué los cochecitos de bebé miran a la madre? ¿por qué mi voto vale igual que el voto de una pelotuda de zona norte que vota a Macri? ¿qué pasa con mi piel si me sumerjo dos días enteros en agua con cloro (¿me blanquéo?)?

Estamos tan convencidos de que siempre podremos retrucar con algo mágicamente esclarecedor, real, verdadero, directo, tajantemente revelador, que respondemos toda frase con: Ehm, en realidad… Sí, claro, pero vos… Podría ser, pero desde esta perspectiva… No, bueno, la cuestión se basa en que… Te olvidás de que…

Y refutamos.

Nos ponemos una coronita de flor de narciso y refutamos y volvemos sobre puntos que quizás el otro interlocutor ya sostuvo pero los replegamos sobre si, los reelaboramos, los contrastamos, nos oponemos y nos encanta ser esa clase de persona insoportable con la que debatir, tan solo porque somos inimputables y siempre le hemos hablado a nuestra cabeza al extremo de defender con ahínco a nuestra mejor amiga. Nos convertimos en abogados defensores de nuestras disparatadas ideas pero siempre, absolutamente siempre, el interlocutor estará equivocado.

El arte de asentir

Hay cierta gente que posee una habilidad especial denominada “escucha”. Dicha gente es capaz de sostener una conversación digna de una sesión psicoanalítica en la cual jamás se contrasta y su parte conversacional se remite a asentir o expresar del modo “aja, uhm, hujum, sí claro, exacto, correcto, cierto”.

Tengo la gracia de tener una mejor amiga perteneciente a dicho grupo, la cual me altera mucho a los diez “aja” porque me invade la sensación de que no tiene la más mínima idea de qué es lo que estoy diciendo. Lo curioso es que, no solo la tiene, sino que sus conversaciones son más elocuentes que las mías cuando me pregunta:

- ¿querés que caliente la empanada al horno o a la tostadora?

- Sí.

- Sí ¿¡qué!?

- Sí quiero.

- ¿al hoooooorno o a la tostadora?

- Ehm… eso, la tostadora.

O…

-¿Me traerías una silla?

- ¿Para qué?

- ¿¡PARA QUE VOY A QUERER UNA SILLA!?

Lo que demuestra que aquellos que vivimos íntimamente ligados a nuestros pensamientos internos, solemos perder el hilo y ramificarnos hasta ser dignos del Premio Nobel Down (por cierto, sin ofensas a aquellos con el síndrome), mientras que los asentidores suelen tener un contacto con la realidad digno de mención.

The bla bla bla type, irrevocablemente femenino

Las mujeres tienen esa deficiencia mental para pasar de un tema al otro sin que haya una más mínima interrelación. Como ya lo comenté, aquellos observadores de café tenemos la capacidad de poder notar las divergencias en las conversaciones. Curiosamente, un prototipo que responde a las féminas exclusivamente pero, mayoritariamente, a las rubias chetas, es el prototipo de conversación en el cual no solo no se escucha a la interlocutora sino que, además, son monólogos paralelos en los que ni siquiera se disiente, opone, contrasta, asiente.

Un ejemplo podría ser:

- Ayer compré un parche para el disfraz de elefante de Leo.

- Yo llevé a los chicos a ver a los elefantes al zoológico, no sabés el calor que hacía, aparte Jorge estaba insoportable con darles galletitas dulces a las jirafas y vino el jefe de seguridad a reprenderlo.

- Ay, hablando de calor… me tengo que comprar una malla.

- Yo tengo que retomar yoga, no me entran los pantalones talla 24, cada día estoy más gorda.

- Mi vecina de al lado adelgazó con Slim aunque le salió un ojo de la cara.

- ¡No sabés! A Josefina le salió conjuntivitis. El médico que la atiende es tan serio, tan profesional.

- Ufff, hablando de profesional, le subieron el puesto a mi compañera de trabajo y a mí que tengo más tiempo en la compañía me dejaron en ese puestucho que no me paga nada, igual me alcanza para pilates, buenos conjuntos de ropa interior y…

- ¡Me compré una planta de interior! Ahora tendría que contratar un jardinero…

Frases sin la más mínima relación de contenido teórico. Parecería como si ciertas mujeres tomaran una palabra de la frase y su perfectosistemanarcisistaconalarmadelaterta repentinamente dijera: YO YO YO y largara una extensa frase que, por supuesto, a la otra le será irrelevante y replicará con la misma metodología.

Con (ex)clusión

Existe, relativamente, una ley para que las conversaciones puedan darse. Dicha ley reside en NUNCA intentar conversar con tu mismo prototipo conversador.

Los hijos únicos no podemos asociarnos porque nuestra conversación sería una contradicción constante.

Aquellos asentidores no podrán conversar ya que sería una monotonía de acuerdos sin profundidad.

La feminoides disociadas no pueden conversar entre sí porque no hay ningún tipo de análisis de discurso.

Pero lo hacemos y ¡cuanto nos divertimos!

10.14.2007

Este título podría perfectamente estar firmado de mis besos

Miro la ambición de mis senos de tenerlo.

Husméo mi uña. Huele a cocaína. Flashaback de la líbido, blanca líbido, blanco polvo.

En lo blanca se entraña también un pesamiento de todo con perfume de tu sudor. Dudando que tus palabras sean ciertas, que toquen fría y cruelmente la realidad y desplomarme contra un pozo sin fondo acariciando, casi sin sexo, al aire que me traspasa y taja al medio.

Así y todo, masturbo fantasías.

Para callarlo.

Para decirlo y que me duela su decir.

Para ser honesta y no poder llorar luego.

Da igual. (¿Da igual?)

Pero debajo de todos los pensamientos, las partes de él o mis manos o sencillamente pensarte y ahí todo se llena de suaves aspiraciones de labios entreabiertos.

Solo queda tu estela. La misma que duele ahora.

10.13.2007

Delikatessen Nataliens

Desubrí, casualmente, un delicado y delicioso modo de consumir tostadas con queso untable: hecharle unos granitos de café encima.

Claro que cualquiera que me conozca un poco sabrá que es casual y que, por supuesto, derramé todo el café encima de mis tostadas.

Son las gracias de ser desmezuradamente torpe.

10.07.2007

Libre asociación de poliboludeces

Humeante té de dulce de leche y frutos rojos. Cada vez que me hago un té sufro.

O de repente oír la TV prendida en… ¿por qué TV va en mayúsculas? ¿alguien notó que TV se lee “Te ve”? A mi me paranoiquea. No es que sea el prototipo de mujer que anda paranoiqueando por ahí, de hecho, intento que al salir con escote a la calle mi mirada no recaiga en la mirada de aquellos con los que me cruzo, pues, como bien dijo un amigo, paranoiquearías mucho, querida.

Pero la TV tiene un bebé africano meciéndose frenéticamente en una cama hawaiana. Me asusto. O no. Me indigno. Pobre criatura. Nunca me puse a pensar, deliberadamente, si soy o no disgregadora. Por algún motivo los comportamientos ajenos, culturalmente hablando, me dan escozor. Comer hormigas por ejemplo. Comer ranas. Comer caracoles.

Cuando era niña coleccionaba caracoles. Contaba, como buena obsesivo-compulsiva, su cantidad todos los días. Cuando uno crecía, temía que fuera a devorarse a algunos de sus pares, ya que solía coleccionar aquellos que no crecidos. Lo eliminaba del terrario. Agregaba otro. Exactamente 36 caracoles debía haber siempre. O las hormigas. Cierto día leí que las hormigas no traspasaban las líneas de tiza (por eso se pita a los árboles con pintura blanca o algún menjunje de tiza, cal y agua.

José (pleintderien.blogspot.com) comentó una vez que en una prueba, algo así como “sociología”, preguntaron: ¿Qué harías si te encontrás con que una tribu africana pone a sus hijos en una caja para que los devoren las hormigas? Por eso, creo que no me gusta demasiado la policulturalidad. Es decir, en realidad no me molestan las culturas, cosa que me apasiona, sino más bien las religiones. De todas maneras no sé distinguir si esa pregunta de sociología la soñé o sucedió.

Estoy teniendo un grave problema de disgregación de los sueños con la realidad. No me acuerdo qué demonios soñé y qué demonios viví, aunque tengo la seguridad de estar soñando demasiado con paredes celestes y peces muertos.

El celeste es un color que no me gusta, aunque creo que tendrá que ver con un instinto maternal de querer tener un hijo algún día. Aunque va a ser hija, eso de seguro, y se llamará Selina, eso de seguro. Selina es color celeste. ¿Nunca relacionaron un color con un nombre? Por ejemplo, Natalia es color marrón. Terracota. Mi hija se llamaría “Ayla Selina”… todo en azul, igual que mis sueños o igual que cuando la sueño (y tiene ojos claros).

Hablando de hijas, mi profesora de Alemán quiere que aprenda a pronunciar “Ich”. Dice que hablo Alemán como si estuviera en un campo de concentración dando la orden de asesinar a alguien. “No es IJJJJJJJJJJ! Es iiiiiij, como en hijito”. Supongo que tendrá algo que ver con el tono de voz con el que se expresan en mi familia: Juntá, hacé, decí, vení… nunca condicionales, nunca “juntarías, harías, dirías, podrías, vendrías”.

A veces me siento, más o menos, así, en un campo de concentración. Mi refugio son los libros, y mi catársis la libre asociación…

Ese orgasmo que tengo cuando empiezo a escribir sobre un té de dulce de leche y termino en cualquiera.

¡Aaaaaah la liberté!

Gynura Aurantiaca

Este año me agarró la obsesión con un wishlist de Merry Verry Birthday... vivo.

Ya pedí:
* Una planta.
* Un Betta Splenders.
* Un trío.

Como la gran duda residía en si iba a lograr que el pez no se muera a los tres días (recordando el fatal final de mi último Betta azul, Zefiro, muerto en aguas con cloro por culpa de Mabel), decidí comprarme, nuevamente, la planta de mis sueños. Si sobrevive hasta Diciembre, significa que soy lo suficientemente adulta y responsable como para no asesinar a un pez.

Resulta que la plantita en cuestión posée pelaje violáceo (púrpura, si nos ponemos exquisites) y decidí ponerle "Eva", debido al riesgo de que la repetición del nombre de su antecesora (Anastasia, por lo que esta sería Anastasia II) le heredara el mismo trágico final: Morir de sed luego de dos semanas sin nutrientes ni sol.

Helo aquí, un espécimen de la misma:

Este título podría perfectamente no estar.

Me despierto 12.02 pm.

Suena el teléfono 12.03 pm. Gracias, ya que sino me habría agarrado un crisis nerviosa por oír el timbre Kitsch que tiene (ahora todo lo que sea inalámbrico trae una parafernalia de porquerías sonidísticas semejante a la "Marcha" en su época... solo que con un curioso aire de música clásica de reviente).

Mi abuela me quema la cabeza hablando del noticiero de la mañana, la lluvia del jueves pasado, la osteóloga (qué, para colmo, pone una espantosa música zen mientras te dan ganas de amasijarla porque te está corriendo la primera clavícula de la columna vertebral, y la música zen irrita tanto más que el dolor), el robo del vecino, los churrascos con ensalada, el INDEC, las notas escolares de mi prima, el viaje de mi tía a -NO TE ESCUCHE A DONDE PORQUE NO ME INTERESA-, el esguince de muñeca que tuvo cuando tenía 32 años... y si quiero ir a comer.

Me duele la cabeza, ya no sé muy bien si por el trip autonírico que tuve por la noche o por la voz de mi abuela hablando una cantidad de sandeces en 12 minutos dignas de un ataque delirante esquizofrénico.

Soñar con un departamento propio, la gata blanca, el perro negro, la Grynua, el rosal, los peces que comenzaron a metamofosear en peces muertos recubiertos de cascarillas doradas y sin alas... Uhm. Curioso. La segunda vez que sueño con peces muertos. ¿Significará algo?

Supermercado. Abuela y tía. Madre all day long at home.

Me tomo 500 mg de Amox.

Me fumo un pucho.

Decido que hoy va a ser uno de esos días en los que sería mejor estar casada y poder decir: mi amor, me duele la cabeza, hoy no.

10.03.2007

"Boobs and Isis" (no son piernas...)


La gata alzada, mirándome fijo... los gemidos nuestros y la gata que maulla y solo maulla al unísino siguiendo el ritmo: el celo de ella, el éxtasis nuestro.


10.02.2007

The Nathalie's Acid Way

Ludmila: Te quiero, Natu.

Yo: Sí, ya sé.

10.01.2007

Paranoia. Pero sabélo.

Alguien pasó más de 30 minutos revisando mi blog. Banfield.

Uhm. Curioso.

Hago un gran esfuerzo mental (debido a que normalmente no recuerdo nada del día anterior porque se entremezcla, ebria, la oniria con la realidad, la noche con el día resplandeciente, mis ojos con la voz por el teléfono, la memoria de una madre abriendo la puerta y...

(no cierro paréntesis)

una madre que estuvo en Banfield a las 23 horas. Porque casi seguro que si. Creo. Pienso. Exhalo. Inhalo bien fuerte pero la taquicardia pero Banfield pero ella pero entonces pero qué, ¿será? sí: probablemente.

Nadie debería de poder hacer nada en Banfield cómo revisar mi blog neuróticamente.

Sandro. Viejas que revoléan bombachas.

Aroma a mi hombre (Julio, que es mi Julio que lo habría sido porque Banfield y yo y él y la pipa y ¿qué gustaría llevar? sonriendo y diciéndome que escribe y yo que escribo y entonces...

(no cierro paréntesis)

... y entonces supongo que es así: cruel realidad. Ella entró y leyó y sabe y qué decirle.

Porque para esta altura que lea y que sepa.

Da lo mismo o no da nada (porque de dar, de preguntarle a las madres u omitirlas... porque podría irme definitivamente, podría ocultarme en un antro en lugando, en un boliche tanguero en San Telmo de tacones y zapatos de charol y el celular sonando y...

(no cierro paréntesis)

y ¿dónde estás?

Y no responder nunca más. Desaparecer de su vida e hija nunca más y mi nombre en el aroma a jazmines de mi casa (pero el jazmín se secó y ahora sí cierro paréntesis).

Daría más o menos lo mismo ser honesta o no serlo. Que sepa quién soy pero particularmente quién no soy. Quién no soy es:

No soy tuya.

Porque sábado y embriagadísima: sabelo.

Porque sábado y vodka con risperidona y valium: sabelo.

Porque salir con esa mujer negra azulácea a la que clave mis sádicas uñas en un baño en el dorado y los gemidos y mirá: qué linda la nena, haciendo entrar en éxtasis a una mujer e impregnándose de perfume de perversiones y rosas muertas y la sangre, porque también eso, porque también cortarse y también lamer la sangre que sabe dulce (mi sangre es dulce y cierro paréntesis) y también eso: que no soy tuya.

Volví a casa sin entender nada. La puerta triple (más de 5 minutos para encastrar la condenada llave en el agujero de entrada, la entrada que podría ser la entrada a éxtasis-mujer-paredes vaginales-uñas rojas: esmalte sobre el ácido precioso jugo de flor abierta de mujer.

También, sabelo.

¡Horror! ¡Horror! mirala a la nena.

Así, nena a las 4 am, muñequita penetrando un día y otro y cama rota y Yara and the sex, and the drugs... And the complications.

Nena metiéndose en problemas siempre.

A veces cocaína, a veces alcohol (es así la escritura, no es por nada, depende de resacas y cosas varias que no te enterás pero leelo si querés y si me muero da lo mismo, es mi vida... porque me gustaría...

(no cierro paréntesis)

... escribir esa novela mórbida de hombres deformados: vida-deformada, alma-deformada, fonemas, aformismos, letras, nombres o uno solo (el mío) o selena penetrada y lésbico aroma de perra quebrada al medio y el horror de tanta parafernalia sado.

Algo así. Precisamente un algo como para que después digas (puta hipócrita) que soy una nena dulce.

¿U want me to sing?

Acá la ironía pura de papél no crepé:

Da la media vuelta, toca el cascabel, mirenmé señores comiendo pas-tel.

O torta.

Me caigo, me caigo, me vuelvo a caer, si no me levantan me levantaré.

Y aprendí a levantarme por todo ese llanto y tus estúpidas caricias y vos que ahora, exactamente tan exacto como ahora, que sabés bien que no cambió nada, que sabés bien que las sustancias en sangre y sabés mal que todo el sexo y la promiscuidad y el labial rojo y el sobrerimmel y la seducción y el dolor y quebrar y matar

(pero morir)

¡Qué lo sabés bien!

Venís para leer.

Bueno, lee esto:

Carne masacrada, frita, carcomida, putrefacta, coagulada, destrozada, condensada y envoltorio fucking perfecto: a un costado: casi muerto.

Nena dulce cantando sonetos de tu piel abrasada por el espacio y el silencio del fuego, tatuando los sonidos, revolviendo el recelo de tus entrañas con mi nombre: por mi sangre: por tus muertos.

Por él sonriendo o las lágrimas del sexo. Quizás cuerpo desgarrado, la cintura y presión de dedos. O tus costillas rotas. O el mundo en que me quedo: cuando ya no estén los sonidos de tus sucios gemidos grotescos.

Para saber que exactamente ahí morirá el universo: cuando mis cadenas corroan la sangre de mis venas cercenadas por el nombre de mis sueños.

(... así de dulce soy.).