Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

5.15.2008

Broken hymen of your highness Im left black

Hoy es 15 de Mayo.

Él nació en 1933. No tengo modo de saber si su cumpleaños real fue un 15 de mayo o un 3 de Diciembre, ya que una era la fecha que figuraba en su cédula verde, y la otra fecha era real. Podría describir su vida pero no veo relevancia. Cualquiera que me conozca lo conoce. Él sigue vivo porque sé lo que es correcto, sé cuánto se ama, recuerdo sus caricias sobre mi cabello, recuerdo su dedicación y su ternura, el silencio y la belleza, la sensibilidad y la honestidad, la constancia y el crecimiento, el placer cotidiano, el aroma de una Blue Moon plantada por mí…

Su tono liláceo sonando sobre el jazz que ahora escucho o la luna hoy cuarto menguante, que con él siempre era llena o ¼ creciente. Y los binoculares y los telescopios sobre la escollera y mi delicada frase en la niñez: “Las estrellas sobre la inmensidad obscura del mar, que tanto me hace temer, se reflejan como flashes de fotografía halagando a su musa: la luna, la única que es única por la luz ajena (aquella que se refleja en el glam de mi lápiz labial, la belleza amenaza con renacer perfecta, tatuarse en su rimmel y hacerla llorar)”.

Entonces aquel mar que jamás volví a profundizar, el pánico sobre los recovecos sin recorrer, la inseguridad del infinito más allá de mi percepción y jamás hundirme porque sin vos no podría. O, quizás, eso creía. Porque ahora sé que te necesito y este maldito texto no te va a volver a la vida. Te dejé de soñar, quizás porque dijiste adiós aquél día, en aquella vereda embriaga de oniria, posando tus ojos azules mientras yo corría desesperada y te ibas girando en esa maldita esquina.

Pero aún así, sé que estás en el sueño que vivo ahora, en saber que se quebró la maldita profecía que volvía una y otra vez atrás. Tengo pánico porque soy tan feliz como hace once años, por primera vez desde que perdí a la única persona que podía ver a través del cristal. Ya había olvidado lo que era soñar. Abrazándome a la almohada cada noche pensando que lo único evidente era un puto pedazo de carne, una perra en la cama, el sexo apestando la habitación. Pero ahora no, y si lo pierdo, y si fallo…

No quiero perder de nuevo, no quiero tener otro día para llorar o quiero llorar pero que mis lágrimas no bajen congeladas al vacío de mi silencio lleno de nada. Quiero apoyar mi rostro sobre se piel y soñar que vivo el sueño que nunca soñé pero es lo más cercano a esa libertad que me hizo conocer tu cariño.

Bórges dice: “Nunca cruzamos dos veces el mismo río: ni el río es el mismo, ni nosotros somos los mismos”.

Esta vez es mejor, porque soy lo que soy porque fuiste lo que fuiste para vos, y de ese modo para mí.

5.03.2008

Inefable.

Él no sabe cuando lloro sobre el sonido opaco. Una canción enajenando al mundo de leerme, así ya no sabré qué existe. Tampoco tendría sentido que alguien supiera que aún lloro, ¿acaso podrían comprender?

La condenada música la recuerda, pero podrían retornar la certeza muerta, alternándose según corresponda, una palabra que te hubiera dicho, una mujer posando sus manos sobre el vientre mientras decora la vida con su esmalte rojo, el modo por el que habría respetado todo, absolutamente todo excepto el destiempo. Y si, quizás, fuera el destino (porque el stress habría correspondido su rol de verdugo en ese sino incomprensible) entonces comprendo menos a la historia que se sucede tras nuestras miradas, que al propio concepto teísta.

Si es él (no porque sea, sino porque quiero que sea él) ¿por qué ella vino para irse? ocultarme en un baño a sostener el vientre como si sostuviera su halo de vida alejándose, y llorar desgarradoramente en silencio hasta poder esbozar una sonrisa y perder mi mirada en la nada que sentía (pues, curiosamente, esa paradoja dialéctica sólo puede comprenderse emocionalmente).

Ahora vuelve la música y vuelvo atrás, a saber que no le pedí perdón a nadie pero mucho menos a mí misma. La coherencia y la puta madurez, los sueños y el futuro y el presente… pero el pasado roto.

Y ella que no es, cómo algo en mí tampoco no es, ya que solo seremos inocencia... interrumpida.