
Porque leo a este caballero, “sir” Julio Herrera y Reissig (descubriendo que los Julios son mi pasión por default) e imagino mi cuerpo desnudo en su cama, entre su piel y su mirada y él atado con gasa blanca (siempre gasa blanca y límpida) mientras que yo, encima de él, dominatriz perfecta, le exijo a su majestad que de mi dulce elixir haga su creatividad, que profese esos versos perfectos que relatan lo inefable del sexo, el sexo perfecto, el erotismo perfecto y tan solo leo y tal solo sueño y si estuviera vivo yo sería aquella doncella que, entre gemidos, habrase aprendido su lírica de memoria, para al unísono, impúdicos encumbrar los labios del deseo en letras.
Dice él, él que podría haber sido mi él si tan solo me lo hubiera cruzado:
Julio Herrera y Reissig – Emblema afrodisíaco
Con la superstición de mis condales
Insignias y cuarteles de altos brillos,
Puse sitio de amor a tus castillos
Invictos de asperezas virginales.
Rompieron fuego en lides ancestrales
Los ojos de reptil de mis zarcillos
Y bárbaros collares de colmillos
De hienas y panteras imperiales
Como una misa de hórrido holocausto
Forjó la tarde carmín infausto…
Sobre el escudo de tu sexo fuerte,
Golpeó tres veces mi pujante armada,
Y en el clavel de tu ciudad Rosada
Clavé mi sádico pendón de muerte.
Con la superstición de mis condales
Insignias y cuarteles de altos brillos,
Puse sitio de amor a tus castillos
Invictos de asperezas virginales.
Rompieron fuego en lides ancestrales
Los ojos de reptil de mis zarcillos
Y bárbaros collares de colmillos
De hienas y panteras imperiales
Como una misa de hórrido holocausto
Forjó la tarde carmín infausto…
Sobre el escudo de tu sexo fuerte,
Golpeó tres veces mi pujante armada,
Y en el clavel de tu ciudad Rosada
Clavé mi sádico pendón de muerte.