Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

10.15.2007

Insolencias de ayer, hoy y de siempre...

Natalia: Tengo una semana movida, el martes probablemente salga y vuelva el miércoles, a su vez el miércoles a la noche voy a lo de Marina, me despierto el jueves y voy a llevarle comida a Fabián, luego a la psicóloga, luego al local y más tarde a la facultad, llego, duermo, al otro día voy a trabajar, al otro día a Alemán y luego vuelvo a irme para volver al otro día.

Mabel: El miércoles a la mañana me pidió la abuela que vayas a la fisioterapeuta.

Natalia: Disculpá, ¿me preguntaron si puedo ir a la fisioterapeuta o estoy ocupada?

Mabel: Pero ya me avisó la abuela.

Natalia: Eh, o sea, a mi no me avisó nadie y el hecho me incumbe a mí. No puedo ir.

Ese macabro arte de manejar y manipular la vida mía como si fuera una fucking muñequita de plástico.

Fuck yourself.

Fundamentos de la producción de conversaciones

La afirmación es un habitué, un cliché en las conversaciones argentas.

Los observadores habituales de cafés y conversaciones solemos reparar en la disimilitud que existe entre los interlocutores. Se puede lograr un hastiado conocimiento de la persona respecto de su modo de responder. Voy a hacer hincapié en un par de ítems al respecto.

La (des)gracia(s) de ser hijo único

Nos atormenta el legado de haber jugado con “nuestra imaginación” toda la infancia, de hablarle a los peluches, de conversar con nuestros propios pensamientos hasta darnos cuenta que lo único interesante que tenemos es hipercarburar hasta que nuestros neurotransmisores empiecen a quedarse sin aire al grito de: deja de pensar, ¡forra!

Nos convertimos en nuestro propio mito de narciso, evaluamos una y otra vez nuestra postura sobre ¿la batata es una fruta? ¿el formato digital reemplazará el soporte papel? ¿es el dadaísmo un modo de oposición a la hegemonía o la muestra más grande de neurótica búsqueda de volver al útero materno? ¿se pueden romper los tejidos anales en una doble penetración? ¿por qué nadie cometió un atentado contra Bush? ¿cuál es la relación anorexia-serotonina-hambre? ¿por qué los cochecitos de bebé miran a la madre? ¿por qué mi voto vale igual que el voto de una pelotuda de zona norte que vota a Macri? ¿qué pasa con mi piel si me sumerjo dos días enteros en agua con cloro (¿me blanquéo?)?

Estamos tan convencidos de que siempre podremos retrucar con algo mágicamente esclarecedor, real, verdadero, directo, tajantemente revelador, que respondemos toda frase con: Ehm, en realidad… Sí, claro, pero vos… Podría ser, pero desde esta perspectiva… No, bueno, la cuestión se basa en que… Te olvidás de que…

Y refutamos.

Nos ponemos una coronita de flor de narciso y refutamos y volvemos sobre puntos que quizás el otro interlocutor ya sostuvo pero los replegamos sobre si, los reelaboramos, los contrastamos, nos oponemos y nos encanta ser esa clase de persona insoportable con la que debatir, tan solo porque somos inimputables y siempre le hemos hablado a nuestra cabeza al extremo de defender con ahínco a nuestra mejor amiga. Nos convertimos en abogados defensores de nuestras disparatadas ideas pero siempre, absolutamente siempre, el interlocutor estará equivocado.

El arte de asentir

Hay cierta gente que posee una habilidad especial denominada “escucha”. Dicha gente es capaz de sostener una conversación digna de una sesión psicoanalítica en la cual jamás se contrasta y su parte conversacional se remite a asentir o expresar del modo “aja, uhm, hujum, sí claro, exacto, correcto, cierto”.

Tengo la gracia de tener una mejor amiga perteneciente a dicho grupo, la cual me altera mucho a los diez “aja” porque me invade la sensación de que no tiene la más mínima idea de qué es lo que estoy diciendo. Lo curioso es que, no solo la tiene, sino que sus conversaciones son más elocuentes que las mías cuando me pregunta:

- ¿querés que caliente la empanada al horno o a la tostadora?

- Sí.

- Sí ¿¡qué!?

- Sí quiero.

- ¿al hoooooorno o a la tostadora?

- Ehm… eso, la tostadora.

O…

-¿Me traerías una silla?

- ¿Para qué?

- ¿¡PARA QUE VOY A QUERER UNA SILLA!?

Lo que demuestra que aquellos que vivimos íntimamente ligados a nuestros pensamientos internos, solemos perder el hilo y ramificarnos hasta ser dignos del Premio Nobel Down (por cierto, sin ofensas a aquellos con el síndrome), mientras que los asentidores suelen tener un contacto con la realidad digno de mención.

The bla bla bla type, irrevocablemente femenino

Las mujeres tienen esa deficiencia mental para pasar de un tema al otro sin que haya una más mínima interrelación. Como ya lo comenté, aquellos observadores de café tenemos la capacidad de poder notar las divergencias en las conversaciones. Curiosamente, un prototipo que responde a las féminas exclusivamente pero, mayoritariamente, a las rubias chetas, es el prototipo de conversación en el cual no solo no se escucha a la interlocutora sino que, además, son monólogos paralelos en los que ni siquiera se disiente, opone, contrasta, asiente.

Un ejemplo podría ser:

- Ayer compré un parche para el disfraz de elefante de Leo.

- Yo llevé a los chicos a ver a los elefantes al zoológico, no sabés el calor que hacía, aparte Jorge estaba insoportable con darles galletitas dulces a las jirafas y vino el jefe de seguridad a reprenderlo.

- Ay, hablando de calor… me tengo que comprar una malla.

- Yo tengo que retomar yoga, no me entran los pantalones talla 24, cada día estoy más gorda.

- Mi vecina de al lado adelgazó con Slim aunque le salió un ojo de la cara.

- ¡No sabés! A Josefina le salió conjuntivitis. El médico que la atiende es tan serio, tan profesional.

- Ufff, hablando de profesional, le subieron el puesto a mi compañera de trabajo y a mí que tengo más tiempo en la compañía me dejaron en ese puestucho que no me paga nada, igual me alcanza para pilates, buenos conjuntos de ropa interior y…

- ¡Me compré una planta de interior! Ahora tendría que contratar un jardinero…

Frases sin la más mínima relación de contenido teórico. Parecería como si ciertas mujeres tomaran una palabra de la frase y su perfectosistemanarcisistaconalarmadelaterta repentinamente dijera: YO YO YO y largara una extensa frase que, por supuesto, a la otra le será irrelevante y replicará con la misma metodología.

Con (ex)clusión

Existe, relativamente, una ley para que las conversaciones puedan darse. Dicha ley reside en NUNCA intentar conversar con tu mismo prototipo conversador.

Los hijos únicos no podemos asociarnos porque nuestra conversación sería una contradicción constante.

Aquellos asentidores no podrán conversar ya que sería una monotonía de acuerdos sin profundidad.

La feminoides disociadas no pueden conversar entre sí porque no hay ningún tipo de análisis de discurso.

Pero lo hacemos y ¡cuanto nos divertimos!