Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

5.29.2007

The tears in my eyes

El último trago de alcohol y me callo o ¿te digo?

Te digo, papá, no me podés hacer esto.

Porque, está bien, no estuviste durante 21 años pero ahora te necesito.

Ahora la lucidez me pentra un poco, dejo de lado el lúdico trago alcoholizado y le doy una última pitada al cigarrillo.

¿Sabés?

Nadie me saca lágrimas tan fácilmente... Así que hiciste un buen trabajo, uno fino, ignorarme por completo por un mes, ser yo la que te llamaba, la que te buscaba para encontrarme con mis hermanos al final del ring, diciéndote que los quiero ver cuando en realidad te quiero ver.

Me decís: Quiero recuperar estos 21 años, es todo lo que importa.

Te grito que es mentira, te lo grito acá en estas letras porque mi cobardía impide que te lo grite.

Entonces hundo mi rostro en la almohada, rechazo los brazos de mi madre que intentan consolarme, le grito que me deje sola.

Sola, que palabra, si la conoceré.

¿Vos tenés idea lo que se siente? ¿Alguna vez lo sentise en un corte? ¿Alguna vez sentiste el sabor delicioso de toda esa sangre que se torna mórbida en el dolor de un hogar roto?

Y escribo, acá, ¿para qué haberte conocido?

Tenés palabras.

Sí, soy bonita, poné una pancarta en la puerta de mi casa y te diré: muchas gracias, adiós.

¿De qué me sirve que me digas que soy hermosa?

Eso, padre, me lo puede decir cualquier hombre y de tu boca no tiene más repercusión de la que tiene lo mismo dicho de la boca de un amante.

Yo quiero que me conozcas, eso quiero, o al menos, que quieras conocerme.

Qué me digas que soy hermosa, pero no por mi cabello y mis ojitos, que me lo digas por mirarme y saberme, saberme en la mirada.

Palabras tenés, palabras tengo, quiero acciones.

Acciones que borrás impunemente entre las mentiras de tu boca.

¿Me amás? de eso no hay duda, como bien dice Mabel.

Hay dudas de que ese amor no sea solamente una frívola palabra. Qué cómoda manera de amar! Amar en la no-acción, amar casi en el anonimato.

Anonimato de 21 años y contando, lamentablemente, contando...

(Una historia, mi historia, esta historia)

Eat you alive

Vos, muñequita de porcelana de ojos hermosos, de cabellos tan negros y miraditas y gemidos y muñequita. Eso.

Eso es más que estás letras, es más que tipear alguna crueldad, estos mismos dedos que te penetraron las emociones y, para colmo, te penetraron adentro, un poco más adentro de los adentros que me gustaría haberte hecho.

Porque es así, sentadita al costado de mi cama y mirándome endeble y anonadada, admirando mi belleza, mis gestitos tan locuaces, mis manos acompañando a la voz que no conocés porque no conociste jamás mi llanto ni vas a hacerlo.

Suponé, visulumbrá un cristal enorme.

Visulumbrá un espejo. Mirá a una Dama parada en frente, con los labios bordó suspirando y negando con su cabeza la noche que inagura el verdadero yo.

Bueno, imaginalo porque solo vas a imaginarlo.

Una imagen mía que no van a ver, ni vos ni nadie, no quiero ¿entendiste?

Un abrazo, ok, un abrazo, tus brazos rodeándome y apretándome fuerte, tu boquita de puta balbuceándo: Sos tan hermosa.

Sí, bla bla bla, soy soy soy: soy eso que te quiero mostrar.

Paradita, inocente, inhabitable.

Eso, la última palabra tomémosla como mi voz: Inhabitable.

Es que así es mi cuerpo, querida.

Imaginá de nuevo y ponele un nombre: Desierto de nadie.

Imaginá un cartel que dice “Nadie” y una flecha que va directo a mis adentros, una flecha que entrecruza un corazón que quiero que entrecruce, mirá mis dedos, esos que te pentraron pero no esos, mirá mi manito izquierda, esa que tiene anillo. ¿Lo ves? Se llama “Anillo de automatrimonio” anillo de compromiso con la libertad, libertad que estuvo siempre.
Imaginá un piso árido de emociones, un piso llano, liso, interminable y magnífico que me censura a Ser. Imaginate eso e imaginate ahí, hablándole al eco, diciéndole al eco que no me podés sacar de tu cabeza.
Imaginá ahora mi sonrisa malévola, esa sonrisa que pocos conocen, las cejas levantadas, la boquita entreabierta, los ojos entrecerrados, la lengua humedeciendo el labio superior y la risita mientras mi cabeza se mueve, lentamente, de un lado al otro.

Imaginate lo que pienso o mejor no lo imagines. Mejor ni quieras imaginarlo, muñeca.

Mejor… mejor imaginá mi boca, nuevamente, sobre la tuya, penetrándote con la lengua, humedeciendo tus labios, jugando, moviéndome, diciéndote que no. Imaginate ese no.

Ahora imaginate una puerta al final del recorrido.

Levantate. Movete despacio, como en un camino sospechoso de ser recorrido, como algunos gritos agonizantes a los costados, súplicas, palabras bonitas quemadas por mi encendedor interno que las mutilan, palabras descuartizadas en 20 partes y masacradas por una risa ilegible: estúpidos.

Ahora, acercate a la puerta, vela de lejos, de roble, sencilla, añejada y con algunas astillas que se clavaron junto con la flecha y… te acercás.

Ves las cadenas. La ves clausurada.

Movés la manija, una, otra vez.

Nada.

Golpeás.

Nada.

Golpeás.

Ya voy, me lavo las manos y voy, te digo.

Muevo ligeramente la comisura de mis labios hacia la derecha, como siempre. Hago un pequeño gestito pícaro, me muerdo el labio inferior.

Abro.

Entrás a un cuarto. Las paredes revestidas de piel cortada, los cortes de otros que ya mutilaron mis gritos y mis llantos y Romina, no te olvides de Romina y el rojo de sus uñas, de Maricel y las rosas rojas, los pimpollos que florecen y se mueren al rato de alguno de sus ademanes que cortaron otra vez la piel.

Imaginate un tatuaje en la piel: Warning.

Imaginate esa piel que perteneció a ellas dos y luego a nadie, a ninguna mujer más porque… imaginate que a esa piel la incendiaron de tanto jugar con fuego, un fuego que consumió toda lágrima y ahora la piel está seca de placer, ahora sus venas agilizan el veneno que suavemente sale por mis labios.

Bien.

El piso.

Pisás suavemente y sentís un crujido.

¿Ves? ¿Podés verlo?

Bajá la mirada.

Pisaste un cadáver. Uno. Dos. Tres. Los huesos fueron ese crujido, los huesos de un cuerpo de 42 kilos que podría haber muerto cuando Romina derramó una lágrima mientras decía que me amaba pero yo era mujer, muy mujer, demasiado mujer para el hombre que deseaba.

Escuchás a lo lejos un llanto intermitente y concentrado, como una sopa de lágrimas espesas, un grito desesperado y el sexo violento con su novio, un grito desesperado de tenerla y luego acalla toda la habitación.

Se reviste de negro.

Las rosas de sus paredes se marchitan.
La luz de sus velas se apaga.

A lo lejos se escuchan tres campanadas.

Mirás, me buscás, no estoy.

Del otro lado un vidrio y me ves, tirada en el piso, con la mirada perdida cosiendo mis venas cortadas.

No podés ver lo que hay en el fondo de ellas, Selina (o Darina, eso lo iba a decir el destino que no fue destino), ellos tres penetrando mi más amargo trago, mis dientes rechinando miles de gritos ahogados en el sufrimiento y el asco teniendo el sexo más salvaje y repulsivo que habrase visto. No podés ver sus manos rozando mi entrepierna ni sus brazos asfixiándome mientras empieza a faltarme el aire y toso y le suplico que me suelte porque me va a matar. No podés ver esa patada en el vientre y mi respiración inhalando el desesperantemente poco oxígeno que entraba, no podés ver el hambre que nadie entendió, el hambre que decidí tener, el cuerpo y las costillas sobresaliendo, como quebrando la piel, el cádaver perfecto que quería autolamer…

No. Vos solo ves una suerte de cicatrices.

A veces hay mucho detrás del cristal, el cristal que parece tan bonito, tan bello que te dan ganas de inmortalizarlo para contemplarlo eternamente…

El cristal que se rompe, se resquebraja y grita.

No.

Vos solo ves un cristal, posiblemente fuerte pero no.

¿Ves? No me ves, no me vas a ver.

No voy a permitirlo.

Piel y Warning.

Prohibido tocar.

Alter-acción

-¿Qué te pasa?
-Nada, me voy a caminar.
-No, para, charlemos.
-No te quiero escuchar.
-A ver, mi amor, ¿qué te pasa?
-Me pasa que no quiero un diagnóstico, la gente es diferente toda, no somos un manual.
-Pero puede ser un diagnóstico hacia atrás y no hacia adelante.
-Dejate de boludeces, vos escuchaste a los médicos, DSM IV y me lo meto en el orto.
-No, podría ser físico.
-¿Vos lo viviste? ¿Te creés que fue físico? Fue un autonálisis más fuerte que el que te harían 20 psiquiatras en relación conjunta durante 12 horas.
-Pero, mi amor.
-Me voy a caminar dije.
-No. Estás muy alterada.
-BuuuuuuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
-Mi vida, ¿qué te pasa?
-¿Qué me va a pasar? Qué tengo problemas y no te los voy a contar, no te son relevantes, no importan para vos, dan lo mismo.
-Bueno no me los cuentes...
-¡ES QUE ESE FORRO HIJO DE PUTA NO ME LLAMÓ EN UN MES ENTERO Y AHORA RESULTA QUE SOY "UNA MAS"! ¿Puedo irme a caminar? -por favor-
-No, lo voy a llamar

Ring.

-Porque Natalia tiene razón, tiene razón en lo que dice, está furiosa, no puede ser que no la llames en un mes ni para ver como está y...

(Se escucha, por nextel)

-Yo no pienso cambiar ni jota de mi vida Mabel, estoy ocupado.

Cama.

Llanto, llanto, llanto.

-Calmate Naty, vamos a un médico
-NO QUIERO UN PUTO MÉDICO! ¿PARA QUE ME DIGA QUÉ? ¿EH? ¿EXPLICAME?
-Para que te de un Lorazepam sublingual.
-Pero trae el maldito clonazepam y punto y me re cago en los médicos, ¿Vos te creés que ellos entienden lo que son las mentiras? "Hija te quiero, te amo, sos hermosa" y después que responda que no va a cambiar ni J, que tiene 5 hijos y que eso le quita tiempo para, aunque más no sea, llamarme!?!?!?! Me meto al medico en el forro del orto y la re puta que lo parió a él, a la perra, a magolla y a su hermana.
-Naty, calmate mi amor, no podés respirar.
-QUIERO IIIIIRRRRRRRRR A CAMINAAAAAAAAARRRRRRRRR DEJAME SOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
-No. Estás alterada.

(Me quiero cortar)

-Bueno, vamos a fumar un cigarrillo al patio.
-¿Sabés? Es que son mentiras, las mentiras rasgan adentro, duelen, queman despacio, son desiluciones que...

-Cuando vos eras chica, el siempre hacía eso. Cierto día, cuando rompí con él, vos ya no entrabas en el moises y necesitabamos una cuna. Le pedí por favor que me ayude, que no había dinero, que no podía comprarla, que haga una changuita y te compré aunque sea la cunita más barata... Volvió con un colchón roto que encontró en la calle. Lo miré y le dije:-Ahí dormís vos, no la nena.

Mensaje de texto: Me duele que no me llamés. Natalia.

Vacío, respuestas vacías, nada, ni su voz ni su nombre o su nombre solo clavado en el dolor. El llanto inconsolable, el abrazo que le rechazo a mi madre, las palabras que le rechazo a la vida, la soledad de ser hija de la soledad. El tiempo en el que el celular silencioso silencia las lágrimas que ahogo y luego me dejan sin aire. Quieta, como adormecida con una pastilla, poso mi rostro en la almohada y luego espero, a que pase el tiempo y la oniria entrevea este recuerdo, clavado y marcado para siempre, sus palabras:
Yo no pienso cambiar ni J de mi vida.

¿Vos no me trajiste al mundo acaso?

Eso ya cambió la mía, Daniel.