Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

12.24.2007

Sed de amor

Puedo titular así un relato, pues este es tu relato, pues este es tu título.

Ai no Kawaki por eso beberte. No hacerlo. Jadear. Palpitar cuando están tus ojos posados en los míos como una mariposa se mece sobre los pétalos aterciopelados, antes de saber que aquellos pétalos marchitarán y ella suspirará la rosa por última vez.

Ai no Kawaki y saberla a ella bebiendo tu elixir mientras yo, ilustremente fiel, rozo sus pantorrillas con mis charolados tacos, acaricio su cabello cuando tu no miras (cuando él no mira) pero tu hombre se detiene mientras mis manos dibujan el deseo sobre su piel, retirándome en silencio y sellar las caricias distantes en el aire.

También, anidando estelas entre mis pensamientos, está aquellas frases:

-He caído muy bajo gracias a ti.

-¿Por qué?

-Partirás mañana, ¿verdad?

(El marino que perdió la gracia del mar)

Rememorando aquella frase: “puedo darte todo lo que me pertenece, pero no puedo darte nada de lo que no soy dueño”. Yo no soy dueña de mi misma. Hay emociones ligadas a mis actos, emociones ajenas que a su vez son mis emociones, porque mi sentir depende de su confianza en mí, de mi lealtad, de mi estabilidad.

Pero, cómo dice Mishima en el libro de mismo nombre:

La percepción del mar, el ebrio y oscuro sentimiento que depara siempre ese deambular ultraterreno… El estremecimiento de decir adiós… Las dulces lágrimas que viertes con tu canción… (…)

Tiene algo que ver con decir adiós, buscando una manera de soportar los días mientras la impotencia me vence por no poder oír tu voz por teléfono, por no poder ver tu rostro risueño contrastando tu buen gusto.

Porque me gustaría tenerte frente mío y decirte que te debo la vida que no suicidé.

Eso que me permite vivirme ahora y vivir a las personas que amo.