Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

5.22.2007

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Una percepción estúpida.
Vana percepción que se evapora apenas intento rozarla.
Después vuelve, a mis manos, como pidiéndo que encapsule el momento de euforia.
Ahora los ojos nuevamente se retraen, vuelven a esa melancolía de copas rotas que huele a un poco de alcohol medicamentoso que no puede evaporarse entre mis venas.
Vuelve a la otra noche y a ojos que colapsan en mi mirada, pasan fútiles, insantáneos, lucrando con el mercado del placer y la habitación completamente a obscuras.
Mail: Nos tenemos que ver.
Vernos, un instante fútil, una palabra amena que diga que todavía me recuerda como en esos viejos tiempos.
Un café, el aroma a café y los videjuegos, otra vez silent hill y su cabeza postrada sobre mi regazo, el silencio que son lágrimas compartidas por no poder entender porque este maldito vacío entreviene al colapso de la música en mis oídos, la bella música que ondula la memoria, otra vuelta atrás, otra vez sus caricias y su boca amagando y mi sonrisa que lo censura y le dice que no. Su pequeña mirada melancólica, su pequeña mirada perdida en los recuerdos de lo que yo denominaría amistad pero quién sabe a él no le encaje bien.
Voy de encaje, solamente por amor al rubro del amor, por amor al rubro de la ruborización de una negación, una mirada perpleja ante sus ojos que oscilan los míos y juegan con el fuego del cigarrillo que apago luego de decirle que no, que me disculpe porque no es tan fácil el rompecabezas.
"And i'm a millon diferent people from one day to the next i can't change my mole" y él quizás sabe lo que esa canción, y esa película, significan para mí.
Mucho más que estas letras que tipeo, mucho más que esas cosas que siento que no responden demasiado bien a una afirmación o a una negación.
Responden más bien a algo que la razón no comprende, a algo que me excede.
Disculpá pero no te respondo, por ahora. Disculpá el mensaje, disculpá el silencio y, disculpá la marca...
No me refiero a la del cuello.

Jugando a la muñequita insana.

Parecería que no, que nadie se dio cuenta, que dejaron pasarlo como dejan pasar a muchas tantas sonrisas ficticias.
Parecería que creen que todos estos cortes son de dolor. Nadie entende que son un halo de placer endorfinómano que juega con el sabor delicado de la sangre, buscando ver ese rojo brillante que cae casi coaguládo, esa morbidéz del tono pálido de la piel que se va tornando violáceo y luego, casi inesperadamente, cesa, para irse dejando el deseo tras su evanescencia, dejando los ojos extasiados como si acabaran de darle todo el espíritu que necesita un vampiro para vivir.

Por esos cortes, por ese “dolor” ese diagnóstico, incomprendiendo el dolor como placer.

Cuesta bastante que alguien posiblemente mire al cutting como una práctica ajena al dolor, específicamente hablando, como algo más relacionado con lo sexual, una masturbación del deseo sádico de sangre. Quizás algo relacionado con un deseo más bien necrofílico o una base algo psicópata relacionada con la idea de la esencia del cuerpo lléndose de él. Pero, irse del propio cuerpo, se relaciona con la disociación, es una práctica en la que existe una elevación del cuerpo por sobre sí, elevación de algo – no se qué es – que se manifiesta como “conciencia” o “alma” a riesgo de meterme en el misticismo.

Precisamente porque no se sabe bien lo que es.

Un collar de ahorque disocia a la persona de sí, al igual que los disociativos-alucinógenos (yo preferiría no adjudicarles el último rótulo) como la fenciclidina, el dextrometorfano o la ketamina.
El cutting es similar a hacer una herida profunda, libera endorfinas que anestesian el cuerpo en segundos, irrigando una sensación de explícito éxtasis y placer, tal cual una inyección de morfina o una toma de oxicodona. Endorfinas, las mismas aliadas de un orgasmo en el sexo y, en diferentes niveles, de una buena dosis de placer culinario (clásico del chocolate).

Ahora, la incomprensión de esto lleva a la incomprensión de una practica que se malinterpreta como episodio trastornado, depresivo, psicosomático.

Lo cual me lleva a querer refutar pues… algunas cositas.

Primero, que los cortes provienen de un episodio depresivo.

Podemos hablar, más precisamente, que provienen de un episodio de alteración de la ansiedad o de angustia pronunciada, una búsqueda por tranquilizarme, completamente ajena a lo relacionado con la depresión.
Bien podría haber estado en plena manía cuando me cortaba, sencillamente por la angustia que causa estar atada a una situación sin escapatoria, sin posibilidades de encontrar otro escape como leer, escribir, dibujar, salir a caminar.

PERO acá objeto, mientras escribo este texto me encuentro escuchando “The prodigy - Breathe” temita que me desboca el sadomasoquismo interno, que me hierve la sangre y exhacerba mis sentidos que comienzan a buscar desmezuradamente una navaja.

Me niego, repentinamente, recordando que no lo debo hacer.

Paro.

Me cuestiono.

Me niego, ¿Por qué?

Porque no lo debo es una afirmación que viene de un “me dijeron que no debo” más no de mi conciencia ética del deber. Tengo permitido hacer lo que quiera con mi propio cuerpo, lo que incluye la parafilia que se me ocurra agregarle a la lista (todavía no probé con vegetales con pinches ni creo hacerlo pero quién sabe). En caso de que lo haga no está proviniendo de un estado de alteración de la psiquis ni mucho menos. Estoy serena. Estoy hipercarburando un poco pero no es nada inusual. Estoy contenta. Estoy en un “estado de bienestar general”.

Pero quiero y me tienta la sangre, el delicioso sabor de la sangre y la piel amoretonada, las venas azuladas o violáceas y la sangre fluyendo, cayendo levemente por mis brazos, endulzando suavamente mi boca, siendo succionadas con una fuerza que pretende disociarme de mí.

Miro el collar de ahorque.

Ok y a conformarse.

Pero sigo, preguntándome, si en realidad no será una mera incomprensión social y no estoy cayendo en la moral de papél crepé que le dice a una darky de alma qué demonios hacer de sus lujurias.

10 things I love about… Seen It all

  • La noche
  • La luna
  • Las estrellas
  • El momento perfecto en el que no hay palabras
  • La brisa que, sutilmente, roza mis cabellos centellando la luna
  • El momento perfecto en el que solo hay miradas
  • Cuando la brisa se calma, y congela la ciudad
  • El agua que no es más que agua
  • La honestidad en la transparencia de mis ojos brillando
  • Que no haya necesidad un décimo de más.


    Después dicen que soy compleja.

    Más simple que eso nada.

Diagnóstico: Uni psiquiatra, eso es usted, unánime al DSM IV

A ver, a ver, señorita bipolar, conteste:
1. ¿Por qué predijo la muerte de su tía abuela, desconocida para usted, a los 7 años de edad?
2. ¿Por qué vió gente muerta en su habitación, estando lúcida, a los 14 años?
3. ¿Por qué nombró todas las estatuas de santos en una habitación de una quiénsabequécosa a los 4 años de edad?
A ver, señor psiquiátra, responda: ¿Por qué no me hace esas preguntas? ¿Qué sabe la psiquiatría de cómo se manifiesta la conciencia? ¿Ehh? ¿Qué sabe?
Claro, recibimos estimulo del ambiente, del objeto y todo lo que rodea al objeto bla bla bla, impulso eléctrico, bla bla bla, información al cerebro, identificación de la sensación, ergo, del objeto-ambiente, interrelación de datos de la memoria visual = ideas.
Paremos ahí.
Ahí viene el pensamiento.
A ver, responda usted que "sabe tanto" ¿Cómo se materializa en mi cerebro el pensamiento? ¿Es eso también un impulso eléctrico? Porque, mientras se interrelacionó un recuerdo del ambiente y del objeto para con otro, algo viajó hasta generarse la idea. ¿Esa idea que ahora tengo "QUE ES"?
Porque yo voy, 80$ la sesión y le plantéo que tengo hipercarburaciones, que las ideas bajan a mil, que los pensamientos se sobreponen los unos a los otros, que viajan demasiado más rápido de lo que puedo expresar y la sensación es la de un orgasmo intelectual, como si todo se desarrollara a mil por hora y fuera a estallar para calmar un poco a ese cerebro ferviente de datos.
-Eso es manía -responde usted.
Como si estuviera en mi cerebro, como si tuviera una reputísima idea de qué mierda pasa.
Y me dice, sin más, que puede ser "trastorno maníaco-depresivo" y le replico que de depresivo no tiene demasiado y me replica que puede no tener un comino de depresivo y derivarse inmediatamente a una serie bastante grande de expresiones maníacas y lo que hay que controlar es que no se somaticen también a lo físico derivando en una aceleración psicomotriz que deriva en delirios y que explica los episodios psicóticos resultado de un stress que coalisionó con un episodio maníaco.
Y me quedo mirándolo, perpleja, irritada, preguntándome que carajo me responde de los sueños premonitorios y de otras cosas que su muy rigurosa "psiquiatría" no puede explicar.
Ahora resulta, la señorita es maníaca, la señorita es maníaca y dele para adelante, la señorita no para e hipercarbura.
80$ y 248.60$ más 67$ de estudios (por ahora...) para saber eso!?
Discúlpeme usted, pero eso ya lo sabía y me revienta que ahora tenga una posible faja con un rótulo estúpido que engloba a personas que difieren enormemente con mi "patología", personas que no tienen idea lo que es tener 476956546958 ideas una tras otra, como vomitadas por el cerebro en un éxtasis verborrágico de la mente.
No tienen idea.
Y me dice maníaca.
Carajo.
Y yo le digo: Pelotudo.
Eso le digo.
Boludo que no sabe nada de nada.