Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

11.29.2007

Bandeja de entrada sin salida.

Temo.

Temer es innecesario por lo inconcreto de los resultados, por los caminos en los que surca la preestructuración de las consecuencias: precisamente, son inconcretas. Determinamos, exigimos, suponemos y hasta cometemos el acto humano más divinamente imbécil: presuponemos.

¿Cómo no presuponer luego de ese mail?

Sí, un beso y miles de besos miles de veces y en todas sus formas. Sí: tenerte pero no tenerte y abrazarte y perderme en el instante. Y también: sí: temer.

Porque no es pensar en sexo. Es pensar en vos y pensarnos. Es la maldita pregunta que agobia mi mente: ¿qué hago con lo que voy a sentir? (¿qué hago con lo que siento?)

Si un mail, un malditamente hermoso mail, hace que te piense en cada instante, que te saboreé en la lejanía, que, de a momentos, olvide a quién tengo entre mis brazos y anhele que aquél seas tu... y es él y lo quiero y lo quiero en mi vida pero a su vez estás vos y ¿por qué autoengañarme? me encantaría que estés en su lugar.

Los pensamientos son algo curioso: nacen pero jamás mueren. Retoman. Vuelven sobre la mente y maceran, se quedan, evolucionan, tallan. Lo peligroso es aquello que tallan, aquello que no queremos que tallen o por dentro, muy adentro, sí, queremos, ansiamos, deseamos. El maldito pecado humano llamado deseo.

Deseo de vos.

Deseo de que mi voz no se pierda en mi mente o viceversa.

Deseo de que me besés como él.

Deseo de que me penetres como él.

Pero, a su vez, deseo de no poder trazar el trayecto de tus labios incorrectos dentro mi mente. De no esbozarte tan bien como te esbozo. Deseo de apagar tu nombre sobre mi nombre o que, por fin, caiga la noche sobre mí y sea él de quién el humo atesorará nuestros cuerpos.

There's so much in me that is you, anyway.