Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

6.20.2007

Con sentido de sentirlo en la lejanía

Si creía que ya había abandonado toda esa parafernalia de tristeza barata. Creía. Pero la penumbra de mi habitación –motus propio- dice que no, que aún no piensa dejarme o quién sabe hasta cuando lloraré en pleno silencio.

Solo adentro sabe que mis lágrimas se lloran, solo mi interioridad, la intimidad de los ojos apagados y perdidos. La mirada en el obscuro y la luz lejana. No importa. La luz es inalcanzable, como es usual.

Nada significa absolutamente nada.

Un par de palabras rotas, la alcancía quebrada de los sentimientos que osaron escapar como torbellinos, la necesidad de un abrazo certero que me demuestre que no estoy tan sola como me siento.

Al menos eso; gracias: me siento sola. Pero al menos puedo decir que siento, que siento tanta maldita agonía interna que podría cortarme solamente para ver como la sangre baja por mis brazos mientras ese escalofrío frenético me dice que aún hay sangre, que algo fluye. Algo. Fluir. Ser.

Pero ¿qué importa? Ni siquiera ví apagarse al día en este encierro, ni siquiera observé a mi musa, ni siquiera observé como las estrellas pintaban el cielo de caprichos nocturnos.

Parece extraño, la melodía acompaña mi llanto mudo. Parece extraño, mis ojos miran imperturbables, casi como si hiciera minutos que no pestañaran. Casi, casi, diría, como si fuera un maniquí relleno de aire.

En las heridas que deja tanto vacío hay gritos, esos gritos que no gritaré porque vaya a saber quién lo escuche, personas que callarán, personas que no comprenderán o no sabrán que decir.

Pero extraño, quizás, su abrazo. No sé si sabría que decir, sí sabría que hacer: abrazarme. Lo extraño porque es él quién conoce mi llanto, mis tristezas, quién sabe que fui transparente, tanta vulnerabilidad que sería capaz de cercenarme al medio, pero en él me sentí segura, tan pero tan segura como para querer ser de cristal y, no importa: abrazame.

Abrazame de nuevo en la soledad de esta noche.

Tu recuerdo, tu abrazo, hacelo de nuevo, escribilo, decilo, no importa.

Llega.

Se impregna.

Se va (pero queda)

Gracias por el abrazo. Lo necesitaba.

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