Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

6.24.2007

Pan Cakes a la carte!

Una alucinación suele ser, convencionalmente, algo que se ve o se oye y no está en la realidad.

Hago acopio de mi originalidad, alucinando un aroma.

Cuando deliré hice algo curioso. Había comprado para el casamiento de Sebastian (casamiento que fue un viernes y me lo perdí por mi disociación espacio-temporal que me llevó a calcular que en realidad era un sábado) una sartén para hacer “Pan cakes”. La misma traía un manual para hacer el “Pan cake perfecto”. Quién sabe como demonios una persona que decía letras sueltas, creía que el tiempo se había congelado y tenía la seguridad de que el mundo se reducía a la Argentina, hizo para hacer el pan cake más perfecto conocido por el hombre. Sí, fue un momento de lucidéz culinaria perfecta. Abrí el presente, tomé en mis manos la pancakera, la licuadora y –a ojo- hice el más perfecto y esponjoso pan cake que nadie haya visto jamás. Tanto que mi madre se dedicó a recordarme que en ese momento me re putió porque yo tiré toda la masa sobrante dejándola tentada.

Bien, fue mi primer pan cake.

El día de hoy estaba en lo de mi abuela viendo una película sobre caballos, en la que la familia norteamericana desayunaba pan cakes. Bastó ver la imagen para que repetinamente me sobreviniera un aroma muy profundo y penetrante a las fosas nasales. Tal fue el shock del aroma, que pensé que mi abuela estaba haciendo pan cakes y, no podía ser, porque ella estaba a mi lado, viendo la película conmigo.
Me doy vuelta. Miro en busca de un fuego prendido.
Nada.
Vuelvo a hacer incapié en mis capacidades olfativas, sondeando de donde demonios venía el olor. Era pan cake, estaba segura, segurísima y sin lugar a dudas. El aroma penetró mis fosas, fue hasta mi cerebro, dio la señal de comer.
Pero nada.
Ni mi abuela, ni mi tía, ni mi prima lo olieron.
Sencillamente no fue el aroma, sino la imagen, la que dio una orden esquizofrénica a mi cerebro a transportarse al sabor del pan cake perfecto.
Estaba ahí, sin comer nada, tan solo con el aroma del pan cake y de repente ¡Sabor en mis papilas gustativas! Estaba paladeando un pan cake. ¿Cómo rayos podía suceder?

Me intriga el complejo proceso que hizo mi cerebro para volver a ese sabor, meses y meses atrás. Me intriga aún más cómo pudo ser que un aroma pase a ser un sabor en mi boca, y no solo una imaginación, no señores, fue algo tan profundo que mi convencimiento de que lo estaba paladeando me llevó a creer que era real.

Quizás, los sentidos tienen razones que la razón no entiende.

2 comentarios:

Marina dijo...

Hacéme acordar que te preste (cuando tengas intenciones de leerlo, je) mi libro sobre el olfato, es lo más!. Abrazo grande.

Nathalie X dijo...

Pero querida mía, como siempre estoy dispuesta.

Mabel dice que es lo que sucede cuando una tiene un antojo.

Pero no, no hay bebé. Por suerte, después de ver el quilombo que hay que hacer para irlos a buscar el colegio... por favor, hasta los 38 años no pienso hacerme cargo de algo así.

Pero se va a llamar Selina y va tener un padre con ojos celestes, eso seguro.

Mis neuronas ya atestiguan que voy a tener antojos de pan cake, así que mejor que me ponga a aprender a cocinarlos en todas sus variantes, nada de que salga con manchas de antojos. Yo ya tengo la mía de 10 centímetros de largo (Maldito antojo de café con leche de mi vieja)