Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

5.03.2008

Inefable.

Él no sabe cuando lloro sobre el sonido opaco. Una canción enajenando al mundo de leerme, así ya no sabré qué existe. Tampoco tendría sentido que alguien supiera que aún lloro, ¿acaso podrían comprender?

La condenada música la recuerda, pero podrían retornar la certeza muerta, alternándose según corresponda, una palabra que te hubiera dicho, una mujer posando sus manos sobre el vientre mientras decora la vida con su esmalte rojo, el modo por el que habría respetado todo, absolutamente todo excepto el destiempo. Y si, quizás, fuera el destino (porque el stress habría correspondido su rol de verdugo en ese sino incomprensible) entonces comprendo menos a la historia que se sucede tras nuestras miradas, que al propio concepto teísta.

Si es él (no porque sea, sino porque quiero que sea él) ¿por qué ella vino para irse? ocultarme en un baño a sostener el vientre como si sostuviera su halo de vida alejándose, y llorar desgarradoramente en silencio hasta poder esbozar una sonrisa y perder mi mirada en la nada que sentía (pues, curiosamente, esa paradoja dialéctica sólo puede comprenderse emocionalmente).

Ahora vuelve la música y vuelvo atrás, a saber que no le pedí perdón a nadie pero mucho menos a mí misma. La coherencia y la puta madurez, los sueños y el futuro y el presente… pero el pasado roto.

Y ella que no es, cómo algo en mí tampoco no es, ya que solo seremos inocencia... interrumpida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pensé en voz alta.
Cuando no debía pensar en voz alta.