Breathe

Breathe
Nunca ha habido nada, pero todo lo que hay es mío.

5.26.2007

Yo ya lo he dicho...

... las mujeres poseen una particularidad a la hora del orgasmo, el rostro no se define demasiado bien en el placer, sino más bien en una suerte de dolor, como si las estuvieran destripando, descuartizando en pedazos dedo a dedo, penetración a penetración, y luego fueran a partirse en mil pedazos, en una magestuosa explosión de: Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh.


Y te pregunto: Linda, ¿¡Estás bien o te estás muriendo de dolor!?


Y me respondés: Me encaaaaaAAAAAAANNNNNTAAAAAAAAa a aah ahhh aaahhh ahhhh AH!


Como qué sí, como que te estás muriendo del placer en un extremo en el que van a estallar todas las galaxias.
Yo te miro, perpleja, con una suerte de ternura, y voy más despacio, a ver si te me quebrás.
Después salgo, en portaligas, me fumo un pucho, entreabro la boca y tiro el humo, y la entreabro porque no le permití nada a tus dedos, no querida; no, es marca registrada, no tocar, no jugar, NO.


A ver si nos entendemos: Dominación.


Quietita y a ver, a ver, abríte de... A ver...
Ahora de nuevo, otra vez ese rostro que casi, casi, me asusta, esa carita inocente y febril como si te estuviera cortando y lamiendo la sangre, como si te estuviera tajando profundo y hondo, más y más hondo entre la humedad de las paredes (... de la habitación) y giran, más y más rápido y vos intentás tocarme mientras que tu voz se escucha desde el tercer piso pero no, no querida, que no te pregunte: Ah! ¿No te pregunté?


¿Qué le vas a decir a tu novio a todo esto?


Mejor nada, por favor, para problemas.


Decile que estabamos viendo el mago de oz, al fin y al cabo fue magia, entre Dorothy cantando: Somewhere y encontrando tu somewhere unas varias veces, que se que está a ver... acá, a 6 centímetros o menos en ese hueco y lo sé por tu rostro y tus uñas clavadas a mis hombros como quebrándome porque te estás quebrando en una expresión congelable: Casi la muerte del placer.

Por eso.


Un orgasmo es el momento en el que está por morir el placer.


Para congelarlo ahí y no preguntarte demasiado más, después de tus ademanes, tus palabras, tus abrazos y, quizás...

Vos tampoco deberías de preguntar nada, algo así como alguien de quién te he hablado porque quizás, en mi mente, mientras te penetraba con toda esa pasión comprimida, tenía otra cosa en la cabeza.


Corrijo: Tenía a otra persona en la cabeza.

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